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Una serie de cápsulas de acrílico de distintos tamaños presentan collage compuestos por diversas imágenes que por la exposición de un largo período de tiempo al sol han sido veladas a un rango de color similar. Son de distintos temas y los papeles que las preservan evidencian varios signos de uso, rasguño, rotura desgaste, quiebre y lastimadura que permanecen como huellas de su pesar y pasar por el tiempo.
La posición de estas imágenes dentro de cada vitrina no parece tener una lógica a primera vista: un gato al lado de un mercedes-benz, Carl Sagan alejado de una mujer con lencería al lado de unas cataratas o un bodegón con un libro, flores y papas que ya han desaparecido por completo se solapan por un esquema interno de la máquina de un reloj de agujas.
Como imágenes que aparecen en un sueño, acá no hay un lógica lineal, pero cada una de ellas se compone como un cuadro en su totalidad; las manchas y los contrastes generados por el desgaste en el tiempo son la materia prima con las que han sido compuestas, el color y las formas que las agrupan generan una imagen final más amplia, ocasionando así una sucesión de capas de lectura que no tienen un orden temporal.
Son imágenes que surgen de la apropiación y la recolección mediante el ejercicio de distintas estratégias y transacciones que hacen posible desplazarlas para desclasificarse y decodificarse de sus significantes y así poner en tensión los límites que la posibilitan, generando una lógica sistemática que, en base a nuestro sistema de consumo de ellas, se despliega en diferentes formas.
La sala está iluminada por tubos de luz artificial que su fuente de energía es fotovoltaica, absorbida por dos grandes paneles solares que instalados tapiando la vidriera del espacio se conforman como una instalación site specific y se evidencia con la presencia de cables que delimitan un otro lugar que debemos atravesar para acercarnos a las obras y que a modo de columnas podrían delimitar la nave de un templo.